El patrón como patrón que era, ejerciendo de ello se apoyó sobre la húmeda barra, su olfato se saturó de un olor a cerveza sucia, olor de vapores de alcoholes de otras épocas como el grog, tantas veces bebido entre la marineria frente a la inminente batalla entre gigantes del mar.Nadie le quiso atender, pero siete vasos de aquel mejunje caliente los esperaban. Sus nombres iban grabados a fuego sobre las tazas de loza escachada. El miedo ya no podía invadirles porque rebosaban la mezcla de eso mismo junto a una sorpresa suficiente para llenar veinte veces cada vaso.
- Muchachos, vámonos de aquí. Esto tiene mala pinta. No se como hemos aparecido aquí pero lo único claro es que hay que largar aparejo y salir pitando.
Ya enfilaban la salida cuando un sable herrumbroso, o mas bien sucio de sangre de algún infeliz les cortó el paso...


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