jueves, 2 de agosto de 2007

La Ira y el Alma

Seneca y el precipicio del alma. Esto de la ira parece que puede ser el principio de algun fin. Es uno de los pecados capitales para los católicos y una forma de vida continua de los patriotas estos del pañuelo a cuadros que viven en Euskolandia. ¿Habran perdido ya su alma semejantes exponentes de la lucha libertaria del alcornoque común?. Quizá es que nunca la tuvieron porque no era verdaderamente solidario y con una para todos bastaba. Realmente tal y como decía uno de sus "monstruos", ellos tambien desean de su "pais singular" ser una "unidad de destino en lo universal" y para eso, repito, un alma y a lo que salga.

Está claro, la ira precipita el alma, (de quién la tenga), es una incógnita cómo te lleva a destruir lo que te rodea por hacerlo como sólo tu crées que es. Seguramente se inicia anulando los sentidos, no ves, no oyes, no sientes, solo deseas fervientemente acabar con quien tu crees que te la provoca.

¿Cuántos dragones de siete cabezas se nos apareceran a los que obviar?. Siempre hay alguno dispuesto a plantarse frente a nos y obligar a decidir entre la retirada o el enfrentamiento. En ambas nos quedaremos mal. Sin embargo haremos una de las dos. Error, hay que obviarlo, es la mejor manera de vencerlo. Vencido este, su ejercito de ira abandonará nuestro cuerpo cautivo y desarmado. Si no, siempre nos quedará Sacedón como a Flo.

Buen fin de semana sin ira, (como aquella canción de la libertad)

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