sábado, 29 de diciembre de 2007

Añoranza del Capitán

Recuerdos entrelazados de presentes olvidados,
niños que brillan en su mirar por la simple vida.
Brisa cargada en ausencia del calor por invisibles filos
atravesando recodos de esquinas en calles innombradas
por la rutina infranqueable de la vida terrena.

Alientos de sufrimientos, alientos de esperanza
mientras, sueño con el regreso al rompeolas del nacer,
ese estrecho paso entre la Tala y su isla de pinos poblada.
Los vientos encañonan la lancha mientras llega la hora,
ella espera, ellos descansan, la luz brota ya débil cargada de olor
a pescado, a gasoil, a sudor, a sal, a vida en medio de un temporal
vida perdida ganando el minuto final
que atrae a todos al trasiego verdadero y mortal
de la razón sin más,
de la vida, nada mas.

Escucho bellas voces, son sirenas, me diría Ulises
Al palo mayor me aferro pues sus voces me aturden.
¡No!, me dice Ulises, no creas y desaparecerán
¡Las oigo! ¡Las oigo!. Me niego a negar.

Comienzo a remar.
Otro será el rumbo a enfilar,
otras las decisiones a tomar.


Crees luchar,

crees perder y ganar,

pero solo eres un mísero corcho flotando en la inmensa mar.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Dos Amigos, compañeros en la guerra,
más que compañeros, hermanos,
con esa unión tan profunda,
tener la vida del otro
en tus manos,
confianza sin fisuras,
esperan en guardia
el amanecer que augura la Batalla.
Su tercer hermano
partió ha tres días,
en secreta misión
hacia la Oscuridad
y temen le cueste la vida.
Con temblor en la voz,
coraje en la mirada
el aire se hace verbo:
-¿Crees que aún vive?
-¿Qué te dice tu corazón?
Un instante eterno,
una mirada profunda
en escucha de un eco interior,
-¡Qué vive!...

...¡Escucha a tu corazón!
No cree, ¡sabe!
Sabe luchar,
Sabe perder y ganar,
Sabe que no eres ni mísero, ni corcho flotando sin voluntad.