domingo, 2 de diciembre de 2007

El Hielo del "San Telmo" (6)

...brillaban como sendos soles, aunque eso era lo que nos inspiraba, al fin y al cabo era el pasaporte hacia algún lugar donde la vida existiera. Durante las durísimas labores de aquellos tres días los hombres fueron cayendo de forma continuada, mas de la mitad de toda la dotación a salvo había muerto ya o estab en trámites de hacerlo. Al principio intentamos enterrar los cuerpos cristianamente, pero la dureza del terreno y el excesivo número de caídos no lo permitió. Así, la primera misión de uno de las dos lanchas fue terrible, pues consistió en sepultar bajo las insensibles aguas de la bahía a cada hombre que iba cayendo atado a la primera primera piedra que pesara lo suficiente para darle fondo. Lo terrible de la situación, si es que hubiese algo más terrible que otro era que muchos estaban viendo lo que harían con ellos al día siguiente. Las escenas de pánico y desesperación acababan explotando aunque la poca fuerza de los cuerpos las hacían de fácil sofocación.

Llegó el día, las dos lanchas ya estaban listas y en estado de revista, a la primera la llamamos “Resolución” y a la segunda “Esperanza”. Eran muy distintas pues la primera fue una recuperación “in extremis” de la lancha del navío y eso le daba un mejor aspecto y aparentaba mejores condiciones; “Esperanza” ya era una lancha fabricada con los materiales acopiados, sus líneas no llevaban la continuidad de "Resolución" pero en las pruebas resultó tan marinera como su hermana. Llevaban un palo central permitiendo izar una vela cangreja de “mayor” y un foque a proa cada una. La capacidad de transporte no superaba los cien hombres entre los dos. No iba a ser suficiente pues aún quedábamos en pie 295 hombres.

Porlier, Toledo y yo mismo nos retiramos mientras todo el mundo permanecía ocupado en sus cometidos. El brigadier abrió el fuego.
- Caballeros, no tengo que comentar lo que ya les ronda en la mente. No hay plazas para todos.
- Mi brigadier yo me quedaré con parte de los hombres que mejor se encuentren mientras vos y el capitán marinan las dos lanchas.
El capitán Toledo también se ofreció, tras lo que se produjo un pequeño silencio entre aquel triángulo de almas atormentadas por aquella terrible responsabilidad. Porlier tenía todo decidido ya, como tantas otras veces.
- Gracias a los dos pero las cosas no serán de esta guisa. Seré yo el que permanezca con una guarnición, armas y pertrechos para sobrevivir y ambos marinarán las lanchas. Capitán, usted será el comandante de la “Resolución” y usted Murguía con el segundo y el nostromo marinará la “Esperanza”. No hay discusión al respecto y quiero que antes de media hora hagan sus respectivas tripulaciones, aquí les entrego la lista de hombres que habrán de quedarse conmigo, los demás serán de su total elección.

Nos miramos deseando no haber nacido en aquel momento. Por no sé que estraño desvarío del destino Nuestro señor había decidido que debía decidir a quién dejaría soñar y a quién solo permitiría esperar sin mas. esta vez no madaría a nadie a morir por la Patria, por el Rey, simplemente mandaría a alguien morirse porque sí, porque no tengo posibilidad de darle otra opción. Me armé de valor y le presenté la lista de hombres a Porlier en el tiempo prefijado. Mientras la elaboraba los hombres se mostraban inquietos, temerosos como el que espera recibir alguna mala noticia que en aquella isla seguramente sería peor aún.

Y llegó el momento, las dos lanchas a vela varadas sobre la orilla oscura contemplaban inmóviles el momento. Porlier explicó como mejor supo hacer el plan de acción, les dio esperanzas poniéndose a él mismo como ejemplo de convicción y comenzó a enumerar las dotaciones de las lanchas y de la guarnición. “Resolución” y “Esperanza” esperaban, los cuarenta bramantes estaban tras la loma ya..

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