miércoles, 5 de diciembre de 2007

Estimado Censor

En estas me encuentro pensando o intentado hacer algo de interés con mi exiguo cerebro cuando sin más, ¡plas!, la Navidad ya enseña los primeros destellos de luz artificial. ¡Qué bonito!, me dirá usted. ¡Hermosa época la que se avecina!, diría la esposa de usted. Mas yo por más que giro y giro mi mareada cabeza no le encuentro la beldad a tal temporada, o eso creo tal como la tenemos hoy día de amanerada.

Por creyente no me cuento, aunque si educado en este medio anfibio mezcla de judeo y parte de cristiano. Esa razón y que la fiesta, venga del manantial que venga, presto estoy a beberla hacen que me gusten tales eventos. Aún de verla algo amnerada, no niego que son fechas que me hacen sentir el fértil encanto de la cercanía del ser querido y amado.

Dicho esto, me pregunto algo que no se si usted sería capaz de encontrar respuesta clara, razonamiento diáfano como el cielo azul bañado por un nordeste cantábrico. ¿Esto de la navidad como celebración es quizá algún proyecto económico-industrial?. Si, algo creado por entes vestidos de sumos sacerdotes que protagonizan una película para mantenernos ocupados en gastar, para pedir prestado para poder gastar, para volver a pedir prestado para continuar viviendo. Todo en aras de la mayor gloria de algún dios de incoloro color e insípido sabor, al que hemos de buscarle tanto uno como el otro a través de algo que llaman fe.

No se ofenda mi amigo Censor, no deseo dañar conciencias ni sentimientos. Es simplemente una duda. Porque realmente la celebración en general carece de sustancia como tal, para un humilde pensador como yo, en el momento en el que pasamos al postre y algunas familias se desencuentran, otras ni siquiera se han encontrado, y las mas malviven el mismo. Eso si, nos asedian los buenos vinos y menús pantagruélicos, iluminados por millones de watios de luz en las calles solitarias que no lo necesitan y mientras tanto contaminan el mundo que, según esos sumos pontífices, nos creó ese dios para que lo cuidásemos.

¿Usted cree que sería mejor sentir esta fiesta de forma mas sencilla y agradable?, sin compromisos rellenos de hipocresía, para así sacar lo humano y verdaderamente bueno de cada beso, mirada y sonrisa alrededor de la mesa. Una vez pasada la celebración habrá tiempo y dinero para regalarse algo y regalarlo a quien delante se presente.

Mi respetado Censor, ¿usted qué opina?


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