Vos, mi capitán en tantos sueños
bordados bajo el hilo de mis sábanas
sin temor por el filo de mil dagas britanas
que fingidas vencedoras osen haceros cien y un daños.
Tiempo primigenio abarloado entre naves sin dueños,
amargos y sin velos que en un bramido largaste sin remisión
al océano del olvido en el que pudran así cada uno en su corazón
donde ropera en mano, a vos mismo ganásteis en orgullo y redaños.
Mi capitán, que la mar y vuestros hombres os guíen
entre islas, islotes, doblones y tesoros como princesas sin tiara
que a vos aborden sin saber que en su corazón ya se dibuja vuestra cara.
¡Viento a un largo! parece gritar una estela hirviente,
mientras a vuestra proa la mar se deja cual dama ausente
que la acariciéis suave y sin esperas, con vos siempre.
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