lunes, 27 de agosto de 2007

Nada (10)

Allí estaba, preciosa como en cada instante en que la había mirado desde que la conocí, todavía hace menos de 48 horas. Tenía el toque de la inocencia que da la inseguridad ante lo desconocido. Miraba el periódico de Cádiz como quien mira sin saber leer. Seguía con su mismo traje con el que la conocí. “Hay que cambiar esa ropa, damos mucho el cante”, pensaba para mí. Levantó su cabeza y me descubrió, creo que también descubrió mis ojos y lo que le decían. Me traicionaban hasta ellos. Sonrió cálidamente mientras cerraba el periódico. Noté que su cuerpo se alegraba, no se cómo explicar en que lo percibí, pero lo sentí.
- Ya estoy aquí, ¡puf!, no se como saldrá esto, Patricia, pero tengo una solución. Podrá parecerte algo descabellada aunque entre todo este lío no se notará mucho. Antes de contarte nada vamos a comprar ropa que con esos trapitos que llevas puestos somos como un negro en medio de un monte nevado.
Mientras entramos en la zona de tiendas del barrio le fui contando mi propuesta. Era mi gran oportunidad, algo que desde siempre merodeaba mis pensamientos pero que nunca me hubiese atrevido a realizar de no aparecer ella en mi vida. Le insistí que no tenía que seguirme si no quisiera, le dejaría un dinero para salvar los primeros meses pero que yo estaba decidido.
- No sé como agradecerte tanto esfuerzo. Perdóname si puedes, pero creo que no debo de aprovecharme de ti hasta ese punto. Me siento perdida y sin vuelta atrás.
- Puedes aprovecharte tantas veces como quieras, además esto es para mi la excepción que demuestra que el destino no existe. Hasta ahora he estado perdido, a partir de ahora tengo algo verdadero y no quisiera perderlo, perderte.
Su mirada, vidriosa de nuevo, estaba a punto de elevarme cerca de mis estrellas favoritas. Su sonrisa me devolvía a la libertad perdida. Creo que hasta los moratones estaban desvaneciéndose.
- Gracias, gracias, gracias. ¿Dónde firmo?
- Aquí
Esta vez fui yo el que besó sus labios sellando el pacto de forma lenta y cadenciosa, dulce y silenciosa. Sus brazos me cogieron y el mundo despareció al fin.
El autobús devoraba los kilómetros entre Cádiz y Tarifa a su acostumbrada velocidad, nuestro equipaje estaba en la bandeja encima nuestro, no hubo tiempo para más. Disponíamos de 7000 euros y estaba seguro que Rosario se habría ocupado de que el Cartaginés nos esperase con todos los detalles. Mi mano izquierda acariciaba la de Patricia mientras esta dormía, la vista del Atlántico desde aquella ventana era prometedora. “Tengo que enviar tres bandejas de pasteles al trío aquel de la base y una nota al del coupe que diga, Gilipollas”, gracias a esos cuatro seres desconocidos acababa de conocer el sentido de mi vida.
El Banus, como siempre rebosaba de pieles bronceadas y olor a brea. El camarero no le hizo falta nada mas que escuchar Rosario Maseda y me llevo al Cartaginés. Cuántos recuerdos que ya no eran dolorosos. Ahora entendía a Rosario, ¡ahora si!. Si el amor esta dentro de ti es la generosidad la que le abre el camino y estaba sobrado de aquella.
Tal y como suponía El Cartaginés estaba perfecto.


En pocas horas ya enfilábamos hacia La Graciosa. Rosario me había dejado una nota en la derrota del Cartaginés. Descansa en La Graciosa, de allí al Río de la Plata y después...
El mundo éramos ya nosotros y todo lo que encontrásemos a nuestro alrededor. En la isla cambiamos el nombre de nuestro velero por el de “Tarik y Mistral”...

2 comentarios:

Anónimo dijo...

No sé si mi capacidad mental está francamente obnubilada en estos días tormentosos, en los que este calor aplastante juega con la vigilia, y sólo son imágenes oníricas las que desfilan ante mí, pero la impresión que he obtenido tras leer "NADA" es.... nada.
Es, que el autor, es decir, tú, Blas de Lezo, has jugado con nosotros, cual cruel gato haciendo bailar al débil ratón.
Porque, ¿porqué si no, tu historia, va y viene y gira, cual vals interminable, sin fin, sin más?
De la atmósfera aplastante y sombría de tu 1ª entrega, que parecía transportarnos a un espacio-tiempo futurista, gris, opresivo y ruinoso, como el de muchas películas de ciencia-ficción, retrocedemos a una trama (un poco increíble), entre novela negra años 30 y de espionaje islámico, aderezada con un poco de sexo y de reclamo publicitario.
Y cuando la cosa se calienta y esperamos más, descubrimos que el autor nos deja con "un palmo de narices" y allá cada uno, "se las componga como quiera", que de historia, nada de nada.
Pues ¿qué sacamos al final? Un cuento de hadas.
Chico desea aventura (¿sólo amorosa?) y conoce, en circunstancias ciertamente "peculiares", a chica, "el amor de su vida", y en 48 horas rompe con todo su mundo y se embarca rumbo a lo desconocido con una desconocida, muy atractiva, eso sí,...pues ¡faltaría más que fuera de otra forma!
Un inciso. No sabría yo, si fiarme de la tal, pues acostumbra a salir de las situaciones comprometidas utilizando siempre los mismos argumentos, los que le brinda su exuberante sexo, y podría ocurrir, que puesto el mar de por medio, Aníbal volviera a recuperar un bonito color púrpura ....
No he de negar que me he divertido y hasta con ciertos párrafos reído, pero por favor, para otra vez, cuéntanos algo que,...
....amoratados nos has dejado a nosotros.

José Luis (González de Zárate)

Blas de Lezo dijo...

Creo que tienes razón y estos tiempos de calor aplastante, agobiante entre tantas imágenes pueden haberte despistados. Pero es que todo esto es NADA.
me alegro nucho que te hayas reido y que te haya gustado.
Un beso desde la nada