…Con casi 24 horas de espacio entre la partida de Ginés de La Cuadra a Madrid la escuadra partió orgullosa hacía su última escala en el puerto de Barcelona. El 23 de octubre arribó a puerto, donde el Conde de Bena Masserano inició el embarco de los 5.000 hombres que debían romper el cerco de la fortaleza junto al fuego de la escuadra. Aun permanecieron por varias semanas en la ciudad hasta dar por terminada la carga y aprovisionamiento de material. De nuevo los retrasos en la logística que tan crítico hace cualquier operación en la que los dos brazos armados del reino han de conjugar esfuerzos dieron al traste con la partida en breve tiempo prolongándose la estancia en el puerto de Barcelona mas de los deseos propios del Almirante. Con amargura por saber de la situación de defensores en tierra y mar se pasaron las fechas de la natividad hasta que la orden de partida se confirmó al fin. El 9 de enero de 1733 la escuadra al fin parte con los honores recibidos. Sus rodas dibujaban bigotes de espuma sobre las amuras mientras sesgaban el eterno Mare Nostrum en bordadas frente a un viento del sur que, como señal de bendición divina en la futura victoria, roló en pocas horas de este nordeste convirtiendo las estelas en líneas de recta trazada norte sur verdadero donde esperaban sus compatriotas sitiados. Habían pasado dos meses desde que el Teniente Cefontes había recibido el último golpe de cañón sin cuaderna maestra que lo protegiera, andanada cargada de bala roja que redujo a cenizas un corazón incapaz de reaccionar ante semejante realidad. Pero como ya dije en anteriores renglones, un castigo por duro que pudiera ser siempre apareja el trapo que ofrece cazar el viento de la superación. Viento esta vez escrito en el mando del bergantín, en la navegación y el combate a los enemigos del Rey.
Viento constante, fresco que daba alas a la escuadra deseosa de alcanzar el objetivo como galeotes a boga de ariete. Tal era el andar de los navíos que se hizo necesario recoger velas para mantener la navegación en conserva de todo el inmenso convoy.
Era ese mismo viento fresco el que daba alas a todo el trapo que podía cargar la "Minerva" de Daniel Fueyo que a fe las llevaba, sacando los 12 nudos aproada sobre las nueve galeras furiosas que trataban de cercar por enésima vez a la fragata que tanto las hostigaba.
- ¡Teniente Escolar! ¡A mi orden la misma maniobra, esta vez fuego por babor y hacia el castillo!
- ¡A la orden! ¡Capitán, corremos el riesgo de que nos cierren el paso si enfilamos el castillo!
- ¡Lo sé, pero ya no queda mucha munición y no sabemos nada de los nuestros! ¡Demostremos a que sabe la pólvora de un navío del Rey y Dios reparta su suerte!
La apuesta era arriesgada pues los hombres ya estaban agotados. Las dos galeras mayores ya no podían defenderse siquiera por los daños recibidos y junto con la corbeta como escolta comandada por el teniente Alonso Hierro, navegaban por orden de Daniel Fueyo hacia Alicante y de esta forma también dieran aviso de la desesperada situación. Sus hombres nada sabían de esto y se aprestaban a descargar la ración diaria de pólvora, metralla y balerío sobre las galeras del bey. Mientras este reyezuelo acababa de arribar sobre Orán en su navío de 60 cañones en la jornada anterior. Afortunadamente no eran los piratas buenos marinos sobre naves de gran porte por lo que Daniel estimaba verse libre de nuevo o morir acabando con el mayor número de galeras antes de que los cañones del navío Argelino estuvieran a su alcance.
Pero la suerte es esquiva y caprichosa. Vestida de ocasión, se presenta sin aviso, como el rayo que nadie es capaz de cazar y si embargo tras él siempre se espera con miedo o expectación el trueno como una consecuencia ya sin luz ni energía por la que luchar. La maniobra fue la oportuna, el viento fresco del este nordeste daba buena arrancada a la fragata, aunque un detalle de suma importancia iba a trastocar la situación, quizá por la larga campaña ya encima de los hombros de todos, quizá por el abandono que se abalanza sobre uno cuando ese mismo sentimiento se percibe desde los que espera lo contrario. La "Minerva" debía de hacer una virada por redondo con el cambio de viento por su popa y eso conllevaba una virada más larga y con ello el riesgo de verse cazado.
- ¡¡¡Todo a babor!!!
La virada fue por redondo y poco a poco redujo la marcha de la fragata mientras el viento trasluchaba en la popa de amurarse a babor para hacerlo por estribor. Daniel se percató del error cometido segundos antes del resto de su dotación, pero no quedaba ya otra que fundir a muerte hombres, armas y navío.
- ¡¡¡Fuego!!!
El estruendo de las bocas de la fragata dieron paso a la intensa humareda que de forma lenta pero bien llevada por el viento del este nordeste fue hacia varias galeras que trataban de apuntar con sus cañones de caza a proa sobre La Minerva.
- ¡Atención los mosquetes! ¡Apunten seguros, no dejen uno sobre cubierta!¡Todo el mundo libre de maniobra preparado para repeler el abordaje!
“Vamos, vamos Minerva, dobla hacia el norte por el manto de la Virgen del Rosario” Mordía entre dientes aquellas palabras mientras veía como lentamente cuatro galeras estaban ya a menos de un cable de distancia a punto de lanzar todo lo que las aferrase sobre su odiada pesadilla de los últimos meses, al fin iban a despellejar vivo a su comandante. Una segunda andanada desde la misma amura de babor ya un poco forzada por la virada que poco a poco aproaba hacia el norte dañó poco a las galeras, pero azuzó como estímulo del puro diablo a los sarracenos a bordo de estas. La Minerva ya cazaba el viento para poder ganar espacio entre ellas y su popa cuando más de 20 garfios aferraron la aleta de estribor de esta con tres de las cuatro galeras. El combate no se hizo esperar.
Las frascas incendiarias lanzadas desde la fragata prendieron, las más afortunadas en la cubierta de una de ellas mientras los argelinos ya pisaban cubierta del Rey. Ordenados los pocos infantes de que disponía la fragata hacían fuego desde las cofas y las galletas en lo alto de la nave. Mientras el combate cuerpo a cuerpo ya tiznaba la arena de cubierta de rojo sangriento. La derrota estaba asegurada, eran presa segura sobre las galeras que ya lo rodeaban, a las que las casi destrozadas por la cercana andanada también se aprestaban a ganar parte de su botín. Sería una derrota segura para ellos, pero un castigo verdadero para los argelinos, tal cosa estaba en la mente de los que batían sus aceros sobre su barco. El espectáculo estaba servido, desde la playa unos y desde la ciudad y el castillo de Mazalquivir los otros se preparaban para presenciar semejante carnicería. Pero caprichosa y esquiva es la fortuna y no estaba por dejar que todo fuera tan cruel y sencillo.
De pronto las galeras averiadas que se aproximaban a por su parte comenzaron a virar hacia la playa y desde las otras se gritaba sobre la fragata a la vez que cortaban los cables que la unían a la “Minerva”. Mientras en el fragor del combate nadie se hacía a aquellos extraños hechos, una salva de buena pólvora del Rey se pudo escuchar más al norte. El griterío que todo lo envolvía a bordo no permitía distinguir cual era de terror y cual el que alcanzaba a llegar con la fuerza de su júbilo desde Oran y Mazalquivir.
- ¡¡¡Capitán!!! ¡¡¡Los nuestros, están aquí!!!
Con el hombro ensangrentado por un golpe de sable argelino, Daniel se abrazó a su segundo, Jose Antonio Escolar mientras sus hombres acababan con los que no se habían arrojado a las aguas de la bahía en un ajuste sangriento de cuentas. Aquella mañana inesperada de enero en el que la Fortuna ya todo parecía dictar como final certero, con el único consuelo del honor y el orgullo de defender lo se siente, Ella de nuevo en su capricho tuvo a bien demostrar a Daniel Riera lo acertado de seguir hasta el final pues es un hecho que siempre hay una última jugada.
La escuadra de Lezo ya estaba frente a Orán para las armas españolas…
1 comentario:
Hola Josu.
¿Cómo andas?
Aquí todo bien.
Entre tus capítulos te encuentras enfrentado a algo más, no lo descifro bien. Esa Fortuna, Ella, la búsqueda de un mar que en alguna parte está, quizás como último movimiento o jugada.
Alicia
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