martes, 6 de noviembre de 2007

Muerte irreal

Las voces frías apagan la lumbre
del fuego mental que las aturde.
Silbando como dagas de acero mortal
cortando las muecas bastardas del sueño real

El alma huye dejando la mísera percha
de huesos y piel, sangre y sudor.
Escapa a ese refugio ideal sin frío ni escarcha
donde cargue mi pila que destruya el dolor.

Mientras, mi cuerpo camina y sus pies arrastra
marcando en el polvo dirección y sentido
errante y sin tino buscando un oasis
agua viva, leche y miel que lo calme.

Alma y cuerpo separados por intangibles razones
huyen de este pasto de vida umbrosa en ciernes
donde confluyen robots, autómatas de rutina
que te cazan y agotan para que no huyas en la primera esquina.

Cuerpo y alma, alma y cuerpo
escapan solos para desarmar sus alas
de temor hasta volver a encontrarse
en Petra, Aleppo, Damasco o Bagdag
allí donde no este prohibido pensar.

3 comentarios:

Alicia Abatilli dijo...

Quizás por separado puedan llegar más rápido. Encontrarán distintos caminos, sortearán dificultades, el cuerpo por su lado, el alma por el otro, para que en el momento justo y en el lugar donde no está prohibido pensar hagan una fiesta de ese encuentro.
Dura tu poesía, pero no por ello menos bella.
Un abrazo, Blas.
Alicia

Anónimo dijo...

Hace ya varios meses pasé un "bache" en mi vida y tu poesía, no se bien porqué, me lo ha recordado.
Me sentía extraña a mi misma, "arrastrando los pies" en el trabajo, con mis amigos, echando mano de un último resquicio de valor y honestidad para las personas a las que me debía y a mi alma no sabía donde hallarla.
Prefería estar sola, por mí y por los míos. Mi piel no era mi hogar y sentía que ni con la gente que amaba era yo. Todo era gris.
Fue un periodo duro, en una mala edad (rozando los 50) y en mi caso, debo agradecer a mi familia, mis hijos y mis amigos el volver a encontrar el horizonte.
Creo que el valor (de valentía y de valioso), la fuerza, está en nosotros y que con el seguir del camino, termina desgarrándose ese frío manto de opresiva nube gris que nos rodea para mostrarnos, por fin, tal cual somos, con toda nuestra vida, de nuevo.
Pero, también sé, que me ayudó enormemente el desvelo silencioso y de puntillas de los que me querían, sus sutiles detalles de cariño, su apoyo. Notaba su presencia a mi lado, respetando mi soledad, sabiendo que no estaba sola.
Una vez más debo apelar a tu generosidad para que me perdones el atrevimiento a utilizar estas líneas, este espacio.
Tu poesía está muy bellamente construida pero me parece triste, desolada, y aun en la oscuridad de saber si es tu sentir o ficción, por si a alguien le puede servir, creo que el sol de nuestro valor, el sol de la esperanza, el sol de la amistad, el sol, siempre está ahí, aunque a veces no seamos capaces de sentirlo.
Gracias por tus relatos (precioso, precioso, el de Borodin), por tu sensibilidad, por tu palabra.

MLuisa del Rio

Anónimo dijo...

¿Cómo se puede encontrar belleza en un cuerpo desolado y un alma expoliada?

Yo, la encontré en tu escrito.

Hermosísimo.

Gracias

-galilea-