lunes, 31 de diciembre de 2007

Ernest Shackleton

Hace pocos minutos que acabo de ver de nuevo el documental sobre Ernest Shackleton, “The Endurance”. Hora y media en la que se me encoge hasta quedar minúsculo mi corazón ante su epopeya, su historia, su personalidad, su liderazgo. Casi tres años frente a un futuro realmente horrible. Sin más expectativas que las de su propia voluntad frente a la soledad de un enorme océano circundante helado que deriva sin rumbo fijo, frente a las voluntades de 27 diferentes personas que sueñan, sufren, añoran cada con sus diferentes mundos tan alejados, como posiblemente perdidos.

Cuál es la razón que lleva a un hombre a mantener sus posiciones ante una adversidad cien veces más grande que su barco, atrapado entre los hielos antárticos. ¿La soberbia por la cercanía de una derrota no aceptada? ¿La responsabilidad de una acción emprendida y que debe de ser terminada con honra? ¿Quizá la simple lucha por la supervivencia?. Aún no sé lo que movió a este héroe, aunque quizá como pista pueda valer la frase que se puede leer en el epitafio de su tumba en la Isla de San Pedro, del archipiélago de las Georgias, “un hombre debe luchar hasta el fin por aquello que más desea”.

Y qué fue lo que más deseó este honrado héroe. Digo lo de honrado porque sus acciones heroicas no causaron ningún muerto, cosa bastante difícil para los héroes entre tanta batalla, sitio, navegación etc., que siempre hay alguna víctima olvidada por los que glosan al héroe en cuestión. Pues me tomo la libertad de pensar, imaginar sus motivos y sus deseos; deseos que se me quedan en la mera aventura, la de atrapar el último convoy de los grandes descubrimientos terrestres.
Para mi es todo un ejemplo de coherencia, de liderazgo. Un ejemplo a tomar en cualquier orden de la vida. Por muy elevados que viajen nuestros pasos, por muy modestas que sean nuestras posibilidades, siempre será un ejemplo para nuestro comportamiento externo y nuestra vida interior, esa en la que debatimos nuestros aciertos y errores, tomamos apresuradamente o de forma cobardemente tardía nuestras decisiones.

Muchas veces parece que nuestras acciones carecen de utilidad, de razón y sentido. Igual podríamos considerar con esta expedición casi centenaria. Nada del objetivo se logró. En cambio ha sido uno de los mayores ejemplos de compañerismo, lealtad y solidaridad. ¿Cuál es entonces la verdadera utilidad?
Está claro para mí que todo en sí mismo es útil, tiene un significado, una razón y un sentido que debemos aprovechar.




“Luchemos por cada cosa que deseamos hasta el fin.”

1 comentario:

Anónimo dijo...

¿Cuál es entonces la verdadera utilidad?

Está claro para mí que todo en sí mismo es útil, tiene un significado, una razón y un sentido que debemos aprovechar.

Ya lo creo, cuanta razón llevas. De todo podemos aprovechar su sentido aunque nos cueste, o nos resulte doloroso.

Un place leerte :)

Aprovecho y te deseo feliz 2008!

besoss

-galilea-