martes, 20 de mayo de 2008

Hoy puede ser un gran día

Ya lo dice Serrat, “hoy puede ser un gran día”. Aún no se el tamaño que tendrá al final de él, pero como sigue su canción, “así me lo voy a plantear”. Las horas han pasado en esta primera mitad con la mente ocupada en actividades de poca creatividad, pero han pasado al fin.
Ahora quedan pocas horas para descubrir si las esperanzas se han cumplido.

Mientras tanto, la sensación de angustia se mezcla con las sonrisas que aplacan mi ansiedad por llegar al final del sueño deseado. El gran sueño perfilado casi desde el momento en el que la arribada de abrigo a este navío sucedió, hace ya más de ocho años; el sueño por fin se ha cumplido. Un sueño creado al descubrir las mentiras y falsedades de un mensaje que brilla por su falsa modernidad hasta que al primer viento saludable es desmontado en su armazón de cartón mojado. Han sido ocho años de continuas luchas internas entre la razón y la sinrazón del que oye crímenes verbales y ha de callarse, en el que uno ve cómo se cañonea la nave desde los propios cañones por el mismo comandante y sus pilotos. En los que uno comprueba cómo los marineros, artilleros, los criados de los pilotos, todos a base de titánico esfuerzo van luchando contra los agujeros a” lumbre de agua” que inundan la nave sin remisión.


A estas alturas del combate no hay bomba de achique que aguante tal caudal de agua; mientras, desde la cabina del infausto comandante se continúa escribiendo los castigos “al cañón” del siguiente domingo a tanto marinero “malo y sedicioso”. Al mismo tiempo el bloque, la flota combinada pública y privada que defiende nuestros cuerpos de hordas en forma de virus y enfermedades varias se aleja a ritmo pausado, como diría nuestro Mazarredo, en “conserva” y nuestro navío maltrecho en su dotación, en sus mínimos pertrechos, no resiste ya su marcha. Si el largomira del comandante de la flota tuviera a bien largar una ojeada serena, quizá mandara un “trozo de abordaje” y abordase así nuestro agónico navío. Mas no espero nada. Saben que defenderemos nuestro sector a muerte y así nos dejarán así morir sin más. Por desgracia, será más tarde un barco nuevo el que recoja nuestros restos cuando ya sea tarde para nosotros.

Para mi hoy puede ser un gran día, hoy puedo cambiar mi destino a otra nave, a una nave de cuatro puentes con una gran dotación que, como el magnífico “Santísima Trinidad” de hace doscientos años, navega de forma lenta y falto de maniobra pero que lo hace y por mí que afinará su andar. Mientras, ya sin calafate que selle las propias entradas de agua en la sentina, este navío de dos puentes que siempre fue recio y marinero se muere sin rada que lo recoja para su fondeo final. Rada donde mirarse a sí mismo, donde dejar con un fusil y una bala en ella a nuestro comandante por piedad, esa que él mismo desconoce por pura ignorancia, que ya lo decía Sócrates, “el mal es sólo fruto de la ignorancia”.











Oviedo, a 19 de Mayo de 2008

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Hoy puede ser un gran día... duro con él. Tú ya dedices qué o quién es ese "él" al que tienes que vencer.

Besos

Silvia dijo...

Espero que ya estés a bordo o a punto de embarcar en tu "Santísima Trinidad" particular y que te lleve a buen puerto.
Besos

Armida Leticia dijo...

Esa es una de las canciones de Serrat que más me gustan, deseo que tengas siempre muy buenos días, desde México te envío saludos cariñosos.