domingo, 7 de octubre de 2007

Aqaba, Julio de 1917

Nieva a través de la pegajosa bruma
escondiendo al Desierto huérfano en vida.
Suelo pedregoso entre cráteres sin fondo
por valles que amansan la imponente luz solar.
Cañones de aire caliente empujan la espalda
empapada de sudor errante.

Los ojos ciegos por el reflejo cristalino
de tanto cuarzo esparcido sobre la soledad
de cada uno entre los lazos invisibles del grupo.
La confianza en el fin, su consecución
ese acicate que brota frente a la nada
esa bruma, nieve y arena que oculta la traición.

El avanza, con ellos
ellos avanzan, con él
Aqaba aguarda,
la luz de los incrédulos ya no luce
oculta frente a su brillante oscuridad.

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