sábado, 23 de febrero de 2008

El Eclipse y su Mirada (y fin)

... Eterna, la sorprendida Luna esperaba escuchar las palabras de aquel extraño caballero de digna estampa. Mientras, la tierra sobre la que nosotros estábamos iba cubriéndola con aquel oscuro manto que, por una vez en el eterno rotar y orbitar de aquella perla del espacio, se negaba completar su designio. Quería alumbrar a ese hombre y escuchar lo que intuía iba a ser importante aquel año 1008 de nuestra era. Con esfuerzo, muy lentamente, el reflejo de aquella luz solar muerta en reflejo lunar se concentró sobre Don Fadrique. Aquel efecto sobrenatural nos sobrecogió a todos, me incluyo también porque cuesta creerlo cuando cosas así te las cuentan sin poder vivirlas, (¡maldita cámara web de fabricación china!). Don Fadrique, como una estatua comenzó a hablar; la espada en horizontal apuntando al pueblo atemorizado por aquella visión fantasmal, que el blanco pálido de la luz hacía que su señor pareciera venido del mismo cielo... o infierno.

- Mirad el filo de mi espada, mellado de batallas libradas en el confín cristiano del sur. Contemplad este filo aún manchado de la sangre de infieles que osaron hollar nuestros santos lugares con su sacrílega religión. No hace ni dos siglos que intentaron matar a nuestros hijo en sus bárbaras razzias contra nos, dignos astures herederos de la Hispania visigoda. Qué significa todo esto diréis, ignorantes labradores...

Don Fadrique hablaba con un timbre de voz diferente, hablaba él, pero algo también hablaba por él. No se a donde quería llegar y estoy seguro que ni la mitad de los que lo escuchaban temerosos entendían nada de aquello. Lo que me sorprendió es aquella Luna que ya hacía mas de media hora desde que su superficie no disminuía frente a nuestro planeta. Don Fadrique seguía con su discurso,

-...Todo tiene un porqué, nuestro Señor nos puso aquí para crecer, para mutiplicarnos, echar raíces y formar una verdadera armonía en la que Él nos guiase hasta el juicio final. Y vosotros creéis, igual que ese fantoche de clérigo mal parido por desconocida rabiza nacida en el mismo infierno, que son los infieles los que traen el mal. Pues eso no es así de simple y llano. Ellos siguen su religión, ellos son poderosos, pero no es gracias a su Dios. Su poder radica en su respeto a los demás y sus ideas, en la lealtad y el duro trabajo por lograr lo mejor para su rey, para sus familias, para su sociedad. No viven temerosos del vecino que denuncie a su hermano por herejía. No dan óbolos al arcipreste para su perdón en la otra vida mientras este disfruta de los pecados que no os permite en esta...

Según estaba escuchando aquello terminé de convencerme que aquello era algo que no estaba diciendo Don Fadrique. Algún trance, algo estaba ocurriendo que se me escapaba. La verdad es que los musulmanes de esa época si que eran todo un ejemplo para ese fanatismo cristiano europeo del momento, justo lo contrario de lo que yo veo y vivo 1000 años después. En fin, no se en que deparará todo esto.

- ...ya está bien de tanta dominación absurda, nobles y clérigos, reyes y condes. Es la hora de que el respeto impere entre nosotros, de que demos cuanto podamos por nuestras familias, nuestro hogares y respetemos a nuestro Señor allá en los cielos, pero que nos respete Él aquí en la tierra. Y si algo tengo claro es que la tolerancia ha de ser para los tolerantes, ¡fanatismo e intolerancia para los intolerantes!

Un silencio continuó a su grito con la espada ahora apuntando al cielo. Primero fue uno que simulo un vítor, después dos mas, hasta que el grito unánime se extendió por toda la colina. Los labradores se abrazaban, palmeaban a los soldados. Yo miraba a Don Fadrique y este, por toda seña me lanzó un guiño. De pronto la mirada de la luna dejó de alumbrar a Don Fadrique y su columna cónica de palido marfil se posó en el cuerpo del clérigo que se estaba recuperando del porrazo siempre flanqueado por dos soldados. Giró y apuntó con su espada a aquel miserable barnizado por la falsa religión, en ese momento gritó Don Fadrique

- ¡Pueblo! ¡Ese es uno de vuestros intolerantes! ¡A qué esperáis!
Fue decir eso y todos presa de un delirio de sangre y violencia cebaron en él clérigo año y años de miedos, separaciones, asesinatos por la santa religión. Me acerqué atemorizado a Don Fadrique, pero no me dejó hablar, solo me dijo “ algún día vendrás por aquí y te darás cuentas que nada hay fuera, que todo reside en la fe del hombre”, acabó de decirme esto y me golpeó con la empuñadura de su espada dejándome sin sentido.

Desperté dormido, tumbado en lo profundo de mi sofá con el portátil en modo de "ahorro de energía". Moví el ratón y estaba encendido con la página de Armida Leticia en la pantalla, el eclipse hacía horas que ya había pasado. Días después quise acercarme a las ruinas recientemente encontradas de la fortaleza de Gauzón. Encontré un paisaje cubierto de plásticos, debajo estaban las ruinas de aquel castillo en el que había estado. Dos estudiantes de arqueología de la Universidad de Oviedo estaban trabajando sobre el campo. Oscurecía, así que comencé a caminar hacia el andén para coger el primer tren a Gijón. Mientras regresaba pensativo en el vagón me quedé mirando el monitor de noticias que entretenía a los viajeros durante el trayecto, aparecía la imagen de un político en campaña electoral arengando a sus masas enfervorecidas, insultaban al contrario y parecían capaces de hacer lo que fuera por su líder.

Justo al terminar la conexión pude leer un cartel que decía “motivos para creer”, pensé en las últimas palabras de Don Fadrique y con 1000 años de razones rompí a llorar.


4 comentarios:

Armida Leticia dijo...

¡Qué inspiradora es la luna!

Está presente en poemas, en canciones, en pinturas, en fotografías...y en textos poéticos como el tuyo.

Son las 11:03 PM, la luna está brillante y hermosa, camino a la siguiente fase.

Butterfly dijo...

Uf...
para leerte hay que tomarse un buen tiempo :)

Como siempre, un agrado!

CG

Anónimo dijo...

Otra vez sorprendente

Anónimo dijo...

Un placer leerte.

besoss!