lunes, 21 de julio de 2008

Misiva a futuros antiguos monarcas

Tus ojos recorriendo entre miradas sus siluetas eternas
como si desearas a ellas grabar en lo perenne de tu memoria.
Velocidad sobre viento libre que aturde a tantas almas
desnudando con su fuerza sus débiles y falsas capas
con las que disfrazan su escasa fuerza humana y moral.

Al fin encima te detienes mientras el viento tozudo se mantiene.
Verdor frondoso, litoral de blanco tropical centrado su volcán
de vapores y fuegos alternos frente a la continua calma mortal
del ambiente mundano sobre el que rehusan tus islas aunar.

Islas escindidas de continentes rasgados por la falsedad
de una forzada y frondosa luminosidad creada de artificio
por tantos espíritus sin olor ni sabor real pues años ha perdieron su oficio.
Islas escindidas como archipiélago rodeando ese volcán
al que se unen y defienden un reino que monarca espera.

Reino que vive en el interno pecho de quien esto lee
inconsciente de que inmaculado e intacto le aguarda
mientras ávido lector busca, ignora, cree, lucha sin gloria
ignorante de su reino deseado fuera no se encuentra.






Como vano fulgor el volcán derrite su nevada cumbre
para desde dentro despertarlo sin a fe cierta lograrlo
pues el ciego perfecto es el que solo desea el negro ver.



Ve, mira dentro,
sólo así tu búsqueda terminará,
cuando reconozcas tu propio calor
El de tu interno volcán centro y fin de tu Isla de Paz.


Yo, El rey de las Islas Escindidas

1 comentario:

Armida Leticia dijo...

Paso a dejarte un saludo cariñoso desde México, que fue hace mas de 200 años La Nueva España, esa que describes en tu historia del oro de Cipango.